Paz y participación de la sociedad: Algunas interpretaciones sobre las posiciones del ELN

Paz y participación de la sociedad: Algunas interpretaciones sobre las posiciones del ELN

Arrigo Paci

11.05.2015

Un elemento central de la solución a los conflictos es la participación de la sociedad en el proceso de paz. La legitimidad y sostenibilidad a los acuerdos se afianza con una propuesta inclusiva de la sociedad tanto en las negociaciones como en el proceso en su totalidad. Ella permite establecer e implementar reformas estructurales para resolver las desigualdades de orden social, económico, político, religioso, étnico o de exclusión y discriminación que han dado origen al conflicto armado.

En las últimas conversaciones de paz realizadas en Colombia quien más ha insistido en la importancia de la participación protagónica de la sociedad para encontrar soluciones al conflicto ha sido el Ejército de Liberación Nacional – ELN-. Esta propuesta de inclusión de la sociedad no es nueva: En el pasado la organización insurgente habló de la realización de una Convención Nacional que debía conducir a un gran Acuerdo Nacional. En 1997 Manuel Pérez Martínez afirmaba que la Convención Nacional debía ser “un gran encuentro de todos los colombianos, de todos aquellos que representan diferentes sectores sociales, económicos, políticos, de la ciudadanía”1. En su propuesta el ELN afirmaba que era necesario establecer un diálogo directo con sociedad en todas sus manifestaciones.

En las más recientes declaraciones hechas por la dirección de la organización guerrillera ha quedado clara una vez más la importancia que dan a la participación de la sociedad, en especial la de aquellos sectores históricamente excluidos. Al respecto el Comandante Nicolás Rodríguez afirma que “un proceso de paz en donde la sociedad no tenga una participación protagónica y que los asuntos del modelo no se puedan discutir, no es ni paz ni proceso de paz”2.

En la Agenda pactada en las actuales negociaciones entre el Gobierno colombiano y el ELN se destaca que el primer punto a abordar sea el de determinar cómo será la participación concreta de la sociedad. Para los insurgentes “el protagonismo democrático de la sociedad debe servir para identificar las causas de la confrontación armada y la elaboración participativa de las soluciones”. Al respecto han manifestado, “que el objetivo es que el proceso de paz incida o modifique el curso mismo de la dinámica política que el país conoce y ve”3.

Aunque la guerrilla del ELN no ha proporcionado mayores detalles sobre el contenido de la Agenda, por la rigurosidad con la que han respetado el compromiso de no filtrar información y respetar la palabra empeñada, se puede interpretar que la profundidad con la que se desarrollen los otros temas de la Agenda, va a depender de la forma como se concrete la participación. Se puede suponer además que el tema de la inclusión de la sociedad va a ser transversal al desarrollo mismo de la Mesa, en especial en lo que tiene que ver con los otros puntos acordados: democracia y transformaciones necesarias para la paz y en el tema de víctimas.

Ser con otros y participación

Esta visión participativa de construcción de paz se encuentra en consonancia con lo que han sido las evoluciones tácticas y estratégicas de una organización insurgente que reivindica en su trabajo político – organizativo la construcción del poder popular y ha hecho suya la consigna “el pueblo habla y el pueblo manda”. El ELN no se reivindica como vanguardia única y ha hecho del ser con otros y con otras el fundamento de su accionar y de la búsqueda de salidas a la crisis que vive Colombia. Este hecho se refleja también en la relación con la población de las regiones y de los sectores en donde se inserta. Allí no ha sido un actor armado más, sino también un organizador de la población que acompaña y ayuda a desarrollar la vida

1 En Carta pública del ELN a las Primeras Jornadas por la Paz y los Derechos Humanos en Colombia. Dirección URL http://www.cedema.org/ver.php?id=5952 (Sitio consultado el 01 mayo 2015).

2 En Resumen Latinoamericano Entrevista a Nicolás Rodríguez Bautista Dirección URL

http://www.resumenlatinoamericano.org/2015/02/23/resumen-latinoamericano-entrevista-a-nicolas-rodriguez-bautista-comandante-maximo-del-eln-de-colombia/ (Sitio consultado el 01 mayo 2015).

3 En “Antonio García, jefe militar del ELN, revela que ya acordaron con el Gobierno una agenda de 6 puntos” Dirección URL http://www.canalcapital.gov.co/todos-los-programas/145-informativa/noticias-destacados/15932-exclusivo-el-primer-cafe (Sitio consultado el 01 mayo 2015)

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social y comunitaria. Esta concepción de la lucha política le ha valido también el respeto de sectores muy diversos de la sociedad colombiana.

La consigna del “ser con otros” sectores u organizaciones – adoptada oficialmente por el ELN en el IV Congreso en 2006 – se inspira en los planteamientos de Camilo Torres en torno a la unidad y al rol de la “clase popular” y busca la participación protagónica de los movimientos sociales, políticos, gremiales, etc. para cambiar el país reconociendo y haciendo efectivos los derechos de la población. Se trata como lo expresaba el sociólogo Orlando Fals Borda de trabajar para la edificación de una “utopía pluralista y participativa”4.

El proceso de paz y la ausencia de democracia

En Colombia la democracia tiene importantes limitaciones como lo demuestra el hecho de que a la oposición social y política no se le ha permitido ejercer libremente sus derechos. A través de mecanismos diversos, que van desde su exterminio hasta la persecución judicial o la inhabilitación política, se les ha eliminado, marginalizado, expulsado de sus territorios o de su país. Los sectores más conservadores de la sociedad colombiana, y buena parte de esa oligarquía que ha ejercido el poder en la nación suramericana, tienen como estrategia desconocer el conflicto social y a darle un tratamiento militar a la oposición política, considerada según esa visión como integrada por delincuentes o terroristas. En Colombia existe históricamente una tradición, muy sutil e igualmente perversa de limitar o inutilizar las libertades sin tener que recurrir a un golpe de Estado. El ELN manifiesta que alcanzar una democracia plena, apta para implantar la paz, sólo será posible si es la sociedad en pleno quien la asume, a partir del principio de que la paz con justicia social y equidad, son cambios.

Según el ELN la falta de legitimidad del Estado lo lleva a tener que acudir al autoritarismo para someter el descontento social y a no reconocer que en Colombia no hay espacios para una vida plena de participación ciudadana. Considera la guerrilla del ELN, que el Estado colombiano no entiende o no acepta que la ausencia de democracia es lo que da pie a la insurgencia y que sin democracia será muy difícil aclimatar la paz. Afirman, que para evitar que el Estado siga siendo de minorías, que no representan a la sociedad en su conjunto, hay que abrirlo a la participación y construir democracia para alcanzar la paz5.

En el tema de los cambios sociales necesarios para la paz, el rol protagónico de los actores sociales debería ser útil – según la comandancia insurgente – para identificar cuáles son los aspectos a cambiar para superar problemas como la pobreza, las desigualdades sociales o las exclusiones tanto a nivel nacional como en las regiones directamente afectadas por la guerra.

En diversos momentos la guerrilla ha afirmado que la paz debe ser un proceso que abra camino a cambios profundos que transformen las condiciones económicas, políticas, culturales y sociales que originaron el levantamiento armado como forma de resistir y luchar por la concreción de un país incluyente en donde las mayorías sean las protagonistas del presente y futuro del país.

Una voz autónoma y auténtica para la sociedad

El Ejército de Liberación Nacional manifiesta de manera contundente, que la organización no puede negociar en nombre de la sociedad colombiana y que “la paz no puede ser un ejercicio académico o la firma de papeles en intercambios para acuerdos de conciliábulos”6. Con ese protagonismo activo de la sociedad, para ellos, la paz tendrá futuro. Según el ELN la paz no será posible si el gobierno y el Estado no dan las garantías para la participación protagónica de la sociedad, en particular, pero no sólo, de las mayorías excluidas desde siempre del poder. La participación social según su concepción debe ser real y amplia en el tiempo porque no se trata de correr, sino de actuar para que se encuentre solución a un conflicto de más de 65 años que tiene sumida la sociedad en su más profunda crisis.

4En Colombia Rebelde N° 9. Página oficial del ELN. [En línea]. Dirección URL http://www.eln-voces.com/descargas/colombia/colreb_009.pd (Sitio consultado el 01 mayo 2015).

5 En “Ojalá fuera mañana el momento de firmar los acuerdos de paz” Entrevista con Antonio García [En línea]. Dirección URL http://www.rebelion.org/noticia.php?id=195230 (Sitio consultado el 01 mayo 2015)

6 En “¿Cómo Puede Aparecer La Paz En Colombia?” Página oficial del ELN. [En línea]. Dirección URL

http://www.eln-voces.com/index.php/voces-del-eln/comunicados-entrevistas/entrevistas/141-como-puede-aparecer-la-paz-en-colombia (Sitio consultado el 01 mayo 2015)

3

El maestro Estanislao Zuleta decía que “para combatir la guerra con una posibilidad remota, pero real de éxito, es necesario comenzar por reconocer que el conflicto y la hostilidad son fenómenos tan constitutivos del vínculo social, como la interdependencia misma, y que la noción de una sociedad armónica es una contradicción en los términos”. Agrega el Maestro Zuleta que “la erradicación de los conflictos y su disolución en una cálida convivencia no es una meta alcanzable, ni deseable, ni en la vida personal – en el amor y la amistad – ni en la vida colectiva” y precisaba que el propósito debería ser “construir un espacio social y legal en el cual los conflictos puedan manifestarse y desarrollarse, sin que la oposición al otro conduzca a la supresión del otro, matándolo, reduciéndolo a la impotencia o silenciándolo”7. En Colombia no ha sido así: generaciones de mujeres y hombres han sido aniquiladas y perseguidas por buscar justicia y equidad y como respuesta a esas diversas hostilidades de las que han sido víctimas muchas de esas personas se han organizado y levantado en armas. Resolver los problemas sociales y políticos sin tener que recurrir a la violencia es el desafío que tenemos.

De manera similar el ELN considera que actuar de manera responsable, para evitar nuevas frustraciones exige entender que los conflictos son parte inherente de la vida de las sociedades, mucho más en Colombia, en donde existen diversidad de pueblos, culturas, regiones y clases sociales. Los cambios que se necesitan deben configurar una nueva relación entre el Estado y la sociedad, en donde los conflictos se resuelvan en forma política, sin necesidad del uso represivo de la violencia. Para el ELN nunca existirá un postconflicto porque la paz no es la ausencia de conflictos, sino el tratamiento político de ellos.

Una solución política del conflicto colombiano será viable en la medida que el Estado reconozca la naturaleza política del mismo. De tal reconocimiento se desprende la necesidad de cambios estructurales que conduzcan al desarrollo de medidas o de reformas que remuevan las causas del mismo. Esos cambios se deben realizar sin dilaciones o esperas. El ELN considera que la paz no es un problema de simulacro político y manejo mediático, con una dosificación que el establecimiento va entregando a la sociedad de acuerdo a los intereses del Estado o del mismo Ejecutivo. Es necesario que exista una política de Estado que dé un manejo abierto de las Mesas de paz, que motive y reconozca que hay otras formas de entender y construir el país, lo que implica escuchar al conjunto de la nación y resolver los problemas que la afectan.

En relación con el contenido y desarrollo de la Agenda y la existencia de temas vedados afirma la insurgencia que se debe establecer un temario que abra y permita a la sociedad colombiana por sí misma identificar y definir el país que sueña y que es posible hacer realidad. Nadie – dice el ELN – debe negociar en nombre de la sociedad o suplantarla. Considera la insurgencia que un mal acuerdo puede ser más perjudicial que el mismo conflicto que vivimos. Concluyen enfatizando que hacer un correcto uso del tiempo en la construcción de una agenda y de su diseño para una solución es esencial en cualquier diálogo.

La organización insurgente demanda con participación de la sociedad realizaciones inmediatas, medibles. Que la sociedad pueda gozar de inmediato de transformaciones en su vida cotidiana, como garantía de que sí hay un cambio en el establecimiento. No solo repetir promesas8.

Esta propuesta, de inclusión de la sociedad, no ha sido asumida por el conjunto de la sociedad colombiana en pleno y pareciera que toda la responsabilidad de la participación de la sociedad en este proceso debería ser definida por los actores armados. Probablemente las limitaciones de la democracia colombiana y los riesgos en su integridad física, su libertad y la seguridad de sus procesos que tienen los actores sociales colombianos para tratar de construir caminos de diálogo no proscritos entre ellos y las insurgencias expliquen esta situación. Un proceso de paz con participación de todos los sectores, incluidas además de las élites, a los procesos y colectividades secularmente excluidos y a los opositores a la paz, permitirá el arraigo y el carácter incluyente que este debe tener. Para concretar este proceso se requiere una mayor difusión de lo que sucede en el proceso entre el ELN y el gobierno colombiano, unas prácticas pedagógicas que legitimen la búsqueda de la paz y un diálogo abierto que incluya a la sociedad colombiana tanto en el interior como en el exterior. Se pone al orden del día la pregunta de cómo entendemos y hacemos efectiva la participación de la pluralidad del país?.

7 En Zuleta E. (2005). Sobre la guerra en Colombia: violencia, democracia y derechos humanos. Ed. Hombre Nuevo Editores Cuarta

Entrevista con Antonio García, comandante del ELN

“Ojalá fuera mañana el momento de firmar los acuerdos de paz”

Gerardo Szalkowicz –

Rebelión-10-02-2015  

Antonio García, histórico jefe militar del Ejército de Liberación Nacional (ELN) colombiano, detalla por primera vez la agenda que están negociando con el gobierno de Juan Manuel Santos. Además, revela el rol de Venezuela como mediador inicial entre las partes.

En la primera entrevista exclusiva después de la realización del V Congreso del ELN, Antonio García, integrante de la Comandancia Central de la guerrilla desde los ´80, insiste en que la paz no se dará sólo acordando con las fuerzas insurgentes: “Nosotros no podemos negociar en nombre de la sociedad colombiana”, aclara. Además, explica por qué el tema narcotráfico no es parte de la agenda y cuestiona el proyecto y el concepto de democracia del actual presidente colombiano.

La clandestinidad en la que la totalidad de los miembros del ELN siguen forzados a mantenerse impone que la entrevista deba desarrollarse por medios intrincados, también clandestinos. En este caso, el intercambio se da vía internet. Un diálogo entrecortado pero de ida y vuelta, aunque para ello hubiera que esperar horas o días para recibir las respuestas. Una conversación mediada por mecanismos básicos de encriptación, condiciones que impone la fuerza guerrillera como parte de una cadena de “postas” informáticas que garanticen la seguridad del entrevistado.

El medio obliga a imaginar su tono de voz, sus gestos; pero a la vez deja constancia directa de sus respuestas, que aquí se vuelcan tal cual las escribió, sin mayor necesidad de edición periodística. Sus palabras expresan un panorama más complejo y profundo respecto a las expectativas a corto plazo generadas tanto por declaraciones oficiales como por analistas que anuncian la “inminencia” de una solución al conflicto en Colombia: “La paz no es simulacro político y manejo mediático; un mal acuerdo puede ser más perjudicial que el mismo conflicto que vivimos”, advierte.

– ¿Cómo, en qué circunstancias, se dio el primer encuentro con el gobierno del presidente Santos?

– Santos nos buscó. Sucedió hace dos años, a finales de agosto de 2012, justo cuando oficializaron el acuerdo de La Habana con las Fuerzas Armadas Revolucionarias -FARC-. Fue el gobierno venezolano quien propició la ocasión: aprovechó una cita que nos brindó para escuchar nuestra lectura sobre la realidad vivida en Colombia y nuestra visión sobre la paz en el momento.

-¿Cuál fue la reacción de ustedes?

– El gobierno colombiano conoce de sobra nuestra disposición para el diálogo, pero nosotros no queríamos apostarle a la incertidumbre, pues Santos tiene un discurso ambiguo, habla de paz y de guerra al tiempo. Pero ante la sugerencia del presiente Chávez aceptamos escuchar a los emisarios del gobierno de Santos.

– ¿Qué resultó de ese cara a cara?

– Escuchamos sus puntos de vista, que no eran nuevos y que tienen que ver con lo que ellos llaman criterios para establecer un diálogo con la insurgencia: confidencialidad, diálogo directo y en el exterior. Varios de esos criterios no los compartimos, pero de todas formas acordamos que en un mes nos veríamos de nuevo.

– ¿Cómo se inició ese diálogo? ¿Qué tema trataron en primer orden?

– Como sucedió en otras ocasiones, esta tampoco fue distinta. El mes de plazo se transformó por obra de ellos en siete, y la siguiente jornada de trabajo acordada para dentro de cuatro semanas se pudo realizar con ocho meses de retraso. El inicio de la exploración tuvo un alargue o incumplimiento de 32 semanas. Es decir, hubo una pérdida de 15 meses, que no es culpa nuestra. Pese a eso, el gobierno en ocasiones dice que este proceso “marcha lento” o “con retardo” por culpa nuestra. Para nosotros la lección quedó aprendida: el gobierno no tiene prisa ni urgencias por la paz, así diga lo contrario.

– ¿Cuántas reuniones directas entre las partes se han realizado hasta ahora?

– Van cerca de 15 reuniones y tres largos ciclos de intercambio durante un año. Cada ciclo toma, en promedio, dos o tres semanas de trabajo continuo. Las reuniones son citas algo operativas. Son útiles para desatrancar asuntos de la agenda y detalles operativos.

-¿Cuál es la agenda concreta que ya está acordada entre el ELN y el gobierno?

– Hasta ahora, los puntos que se han ido trabajando y aún faltan concluirse son: 1-Participación de la sociedad. 2-Democracia para la paz. 3-Transformaciones necesarias para la paz (aún sin tratar). 4-Víctimas. 5-Fin del conflicto armado (aún sin tratar). 6-Implementación del acuerdo y refrendación de los mismos.

– Aún con dos aspectos decisivos pendientes, ¿cuál es el margen de avance en cada punto?

-En el primero, participación de la sociedad, el objetivo es que el proceso de paz incida o modifique el curso mismo de la dinámica política que el país conoce y ve. Del segundo, democracia para la paz, la discusión y definición de qué debe hacerse para darle vida a una democracia plena, real, aspecto que le corresponde asumirlo a la sociedad en pleno. En el tercero, transformaciones necesarias para la paz, los aspectos por transformar los debe identificar la misma gente, tomando en cuenta que la paz no tomará forma y contenido un día después de firmar los acuerdos. Para el cuarto, víctimas, es fundamental superar en conjunto: el desplazamiento y sus causas, verdad, justicia, reparación, no repetición, perdón y no olvido.

– Y ¿cuáles han sido los temas más empantanados?

Todos. Aunque suene raro, esto es así como resultado de una lógica de imposición con la cual el gobierno llega a cada cita. El gobierno veda, impide acercarnos a temas como son: Fuerzas Armadas, economía, Estado, soberanía nacional, cuestiones todas vinculadas a la génesis del conflicto. Son tantas las prohibiciones, que surge una pregunta: ¿de qué vamos a dialogar? Es evidente que la pretensión del gobierno Santos es someternos. Una intención sin preocupación por la solución de los problemas del país. La única materia que les interesa es la de las armas y la rendición. Pretenden desconocer, como dijo Nelson Mandela, que el uso de las armas no es un asunto moral sino un asunto estratégico. Esta máxima del luchador sudafricano es aplicable a Colombia, donde el uso de las armas por parte de la insurgencia impide el total manejo y abuso del poder, mantiene vigente y garantiza la posibilidad de un camino de solución y búsqueda diferente para la cotidianidad de millones de connacionales.

– Además de Venezuela, ¿qué otros países contribuyeron al encuentro y al avance de la conversación?

– Varios gobiernos sirvieron de conducto para que se hiciera contacto, bajo la condición de cumplir una fase exploratoria, directa y en el exterior. Ahora, luego de casi dos años de contactos, hay tres tipos de países vinculados a este proceso: garantes permanentes, garantes rotativos, y países acompañantes.

– ¿Puede precisar cuáles son los países en cada una de esas instancias y funciones?

– El acuerdo de confidencialidad establecido nos impide hacer esa precisión. Muy pronto, este pormenor será público. Sí podemos adelantar que para nosotros es fundamental que el continente esté vinculado a la paz de Colombia, y por esta vía, reducir las posibilidades de conflictos armados en la región.

– Considerando la historia de Latinoamérica y las insurgencias, ¿temen la injerencia de Estados Unidos?

– No es descartable. La historia nos alerta sobre este particular. Consideramos que el interés fundamental de los Estados Unidos por la paz de Colombia recae en desmovilizar a la insurgencia y proyectar una imagen de guardián contra el narcotráfico. Espera poder contar con la totalidad de las Fuerzas Armadas colombianas para apuntalarlas en su avance en el continente, tras los recursos naturales y el control del territorio.

– ¿El tema del narcotráfico no está entre los puntos hasta ahora tratados?

– Cuando el ELN tuvo el interés para trabajar por la superación de este fenómeno pocos se interesaron. Nosotros hemos sido claros y explícitos en que nada tenemos que ver con el narcotráfico, no tenemos ni hemos tenido cultivos, ni laboratorios, menos rutas o negocios, tampoco distribución de ningún tipo. Entendemos que es un fenómeno que ha permeado a la sociedad y al Estado, y el ELN estará dispuesto a hablar sobre el tema cuando la sociedad pueda tratarlo en su conjunto. Por otro lado, el Estado le dio la franquicia de ese negocio a los paramilitares y usarán sus utilidades para agredir a las comunidades y hacer contrainsurgencia. El Estado fue un aliado de los paramilitares.

– Entonces, ¿qué pretende el ELN de estas negociaciones?

– Establecer una agenda que abra y permita a la sociedad colombiana, por si misma (nosotros no podemos negociar en su nombre), identificar y definir el país que sueña y que es posible hacer realidad. Un mal acuerdo puede ser más perjudicial que el mismo conflicto que vivimos. Nosotros no tenemos afán de firmar cualquier acuerdo. Pues, dada su trascendencia puede perjudicar al país. Hacer un correcto uso del tiempo en la construcción de una agenda y su diseño para una solución es esencial en cualquier diálogo.

– ¿El ELN considera que hay democracia en Colombia?

– Cuál democracia, cuando la política ha sido privatizada por el capital particular y cuando los derechos básicos son negados en las puertas de los hospitales. Cuando la gente continúa muriendo por falta de alimento y al desempleo lo quiebran en las cifras oficiales, pero, la realidad reafirma su drama cada día. El Gobierno parte del supuesto de que está es una sociedad democrática. Esto es un claro error.

-¿No es contradictorio afirmar esto ante la inminencia de una mesa de negociación?

-No hacerlo sería un error y una indisposición para la paz de fondo. No alcanzan a reconocer, pese a todas las evidencias, que este es un Estado de minorías que no representa a la sociedad en su conjunto. Un Estado sin legitimidad que tiene que acudir al autoritarismo para poder someter el descontento social. No aceptan o no quieren reconocer que aquí no hay espacios para una vida plena de participación ciudadana. Los niveles de injusticia que reinan son inocultables. No entienden que la ausencia de democracia es lo que da pie a la insurgencia y que sin democracia será muy difícil aclimatar la paz.

– Teniendo en cuenta los resultados negativos de anteriores procesos de diálogo, ¿cree que este intento sí saldrá airoso? ¿Con qué certezas se presentan a este nuevo intento?

Sólo el tiempo dará su veredicto. Son las transformaciones con las que proceda el establecimiento las que hablarán de su real voluntad de cambio. Por nuestra parte, sabemos, podemos enumerar cinco certezas:

  1. La insurgencia no va a negociar por la sociedad, ni la llegada al acuerdo de paz garantizará que la vida cotidiana sea menos traumática que la vivida con el conflicto.
  2. Una solución política del conflicto colombiano será viable en la medida que el Estado reconozca la naturaleza política del conflicto. De tal reconocimiento se desprende el carácter de las mismas medidas o reformas que es necesario cumplir para remover las causas del conflicto, entre las cuales hay entre otras, una importante: el cambio de la doctrina militar que orienta el accionar de las Fuerzas Armadas.
  3. Para que la negociación que apenas estamos redondeando en su estructura formal gane dinámica, es fundamental que el Estado deje a un lado su insuperable lógica de que la contraparte va a incumplir.
  1. La paz no es un problema de simulacro político y manejo mediático, con una dosificación que el establecimiento va entregando a la sociedad de acuerdo a los intereses del Estado o del mismo Ejecutivo. No puede ser así. Es necesario un manejo abierto de las Mesas de paz, que motive y haga partícipe en estos procesos al conjunto nacional.
  2. Es fundamental una democratización de la sociedad colombiana. Es indispensable que el estado y que la clase política reconozcan el carácter político del conflicto. Un sine quanom para nosotros, para poder arrancar y ganar confianza en las posibilidades de un diálogo.

– El ELN es una fuerza alzada en armas. ¿Por qué esa insistencia en remarcar la naturaleza política del conflicto?

– Mientras no acepten esta premisa, las soluciones que definan serán erróneas. Aceptar esa definición “como político” determina un diagnóstico que no es el que usa y favorece el poder y la clase política. Diagnóstico que desprende un tipo de medidas e impone al conjunto social las reformas que el país necesita para superar la situación de conflicto. No podemos aceptar que el carácter del conflicto es ideológico, como sucedió en la Guerra Fría, porque no lo es. Tampoco que tiene por motivación el enriquecimiento ilícito, y por tanto, que su motor es el narcotráfico, porque esta no es la realidad ni es nuestro quehacer. Menos, que su naturaleza descansa en el terrorismo. No, su naturaleza es política pues así permite afirmarlo el contexto en medio del cual surgió y en el cual se prolonga por cincuenta años.

– ¿Qué tiempo le dan a esta negociación?

– Nadie puede determinarlo pues las variables son muchas. Para nosotros, ojalá fuera mañana el momento de firmar los acuerdos. Como hemos dicho, basados en hechos reales no en supuestos; para facilitar el desarrollo de cualquier agenda estamos dispuestos a trabajar con la intensidad y dedicación que sea requerida.

– ¿Cuál considera que es el resultado tras 50 años de existencia del ELN?

-Lo hecho por nosotros no lo ha realizado ningún Estado del mundo: 50 años sosteniendo una fuerza peleando, creando mecanismos para construir una economía propia, unas formas de convivir con la sociedad en distintas partes del país. Recuerde que todo Estado tiene ingresos propios vía impuestos que garantizan su funcionamiento. En nuestro caso, nosotros no tenemos tales pagos garantizados, sin embargo nos hemos sostenido y aquí seguimos. Al volver la vista atrás y mirar nuestra continuidad y realidad actual, veo una comunidad, un proyecto de vida donde están conectadas varias generaciones. Aquí hay valores, principios. Hemos construido una forma de ver y luchar por la vida, la nuestra y la de nuestro pueblo, con un sueño de país que no es local sino continental y mundial.

¿Por qué “Antonio García”?

Conocido como Antonio García desde hace casi 30 años, este comandante guerrillero comenzó su labor política mientras estudiaba ingeniería en la Universidad Industrial de Santander. Allí se destacó como líder estudiantil y desarrolló su gusto por las ciencias y el arte. En los inicios de los ´80, tras la reunificación del ELN, fue designado en la máxima instancia de conducción de la organización, el Comando Central -COCE-. En 1991, su rostro se hizo conocido a partir de su participación en los diálogos de Caracas y Tlaxcala. Fue la primera vez que un miembro del Comando Central del ELN se enfrentaba al gobierno en una mesa de diálogo.

“Admiro y leo a al Maestro Antonio García Nosa (escritor y político socialista colombiano), pero no fue quien motivó el seudónimo que hoy tengo. Fue una casualidad de seguridad en 1986, cuando al firmar los documentos públicos de la primera Cumbre de comandantes de la Coordinadora Nacional Guerrillera me coloqué sin pensar mucho el nombre de Antonio… con otro apellido que no era García; cuando en la noche leyeron los textos y me mencionaron recordé que ese era el nombre propio de un compañero y lo colocaba en serio riesgo. Al día siguiente modifiqué mi apellido y coloqué uno que se parecía: resultó ser Antonio García, sin pensar tampoco en el Maestro. Sólo me di cuenta muchos meses después, lo que más me preocupaba en ese momento era la seguridad del compañero, que por fortuna no resultó afectado”.

Un Congreso Nacional clandestino para reactualizar tácticas y estrategias

El pasado 7 de enero, día en que se cumplían 50 años de una de las acciones fundantes de esta fuerza insurgente (la toma de Simacota en 1965), el ELN dio a conocer un video en el que muestra delegaciones de guerrilleros reunidos en un lugar selvático ambientado con banderas del sacerdote Camilo Torres y de Simón Bolívar. “El solo hecho de nosotros realizar nuestro V Congreso, reunir a toda la comandancia del ELN de las diferentes regiones del país, da prueba de lo que es nuestra fortaleza” afirma en la cinta el comandante ‘Pablo’ del Frente de Guerra Oriental.

La declaración política, leída por el Primer Comandante Nicolás Rodríguez Bautista (Gabino), inicia con un saludo de año nuevo y una mención al contexto latinoamericano, del que destacan los “esfuerzos democratizadores” y mencionan a los gobiernos de Ecuador, Nicaragua, Chile, El Salvador, Bolivia, Brasil, Uruguay, Cuba, Venezuela y Argentina.

El texto confirma la voluntad de negociación: “El gobierno ha planteado su disposición a poner fin al conflicto armado y para ello ha convocado a la insurgencia. Asistimos a este diálogo para examinar la voluntad real del gobierno y del Estado colombiano; si en este examen concluimos que no son necesarias las armas, tendríamos la disposición de considerar si dejamos de usarlas”. Esa es la referencia directa al tema que, en los últimos días, despertó expectativas tras la insistencia del presidente Santos en convocar al ELN a “llegar a un acuerdo lo más pronto posible sobre los puntos en la agenda que hemos venido discutiendo desde hace algún tiempo”.

(*) Versión completa de la entrevista publicada en el periódico Tiempo Argentino.

carta ivan marquez al procurador

La Habana, junio 10 de 2015escudo.jpg

Señor
ALEJANDRO ORDOÑEZ MALDONADO
Procurador General de la Nación

Sobre su carta del 4 de junio, lo siguiente:

El marco jurídico para la paz no es el denominado Acto Legislativo 01 de 2012. Para las FARC-EP, alzada en armas desde hace décadas en uso del legítimo derecho de rebelión consagrado en textos que usted debe conocer, el marco jurídico para la paz es el Acuerdo General para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera suscrito entre los plenipotenciarios de nuestra organización y los del gobierno el 26 de agosto de 2012, frente a terceros estados que hicieron presencia como testigos. Aquél instrumento, el primero citado, que se nos pretende aplicar, carece de poder vinculante ya que no solo escapa al tenor de la letra del Acuerdo General, sino que en la agenda recogida en el mismo ni se prevé ni mucho menos se menciona. Insistir en extenderlo a las conversaciones de paz o pretender que se recoja como mandato sustantivo de sus conclusiones es desconocer la naturaleza política, social y militar de la confrontación armada interna que supera hoy las seis décadas de existencia, y no comprender que lo que se busca es la reconciliación nacional estable y duradera.

Entendemos que usted tiene una visión confusa sobre lo que viene sucediendo en el país y en la mesa de La Habana. Ha pretendido usted ser un director de orquesta a distancia de todas las partituras, trágicas muchas de ellas, sin haber aclarado primero su papel y el de la institución que pasajeramente preside, dentro del contexto descarnado del conflicto que tanto dolor le ha producido a la historia nacional y al pueblo de Colombia en general.

La razón natural que tiene mucho que ver con el manejo y aplicación del sentido común enseña que una comisión de la verdad busca exactamente lo que su calificación indica: la verdad. Pero no su verdad señor Procurador. Ni la verdad que agentes oficiales del Estado o algunos sectores de la opinión caprichosa quieren oír. No. La verdad que se busca es la que brote de los labios de las víctimas, por haber sufrido en carne propia la tragedia de la guerra, o por llevar la voz de sus deudos caídos o desaparecidos por razón del conflicto; la verdad que se quiere conocer es la que se escuche desde las tumbas, que hablarán cuando se retiren sus lápidas y se trabajen científicamente los restos mortales que ellas guardan; la que surja cuando se ponga de manifiesto la realidad sobre el desplazamiento forzado, sobre la usurpación indebida de predios, sobre la forma como se arrojaron cuerpos humanos a los ríos, a los estanques infestados de cocodrilos o se llevaron a los hornos crematorios para no dejar rastro alguno, tratándose de humildes campesinos o ciudadanos sacados de sus casas para ser exterminados con sevicia. Se trata de la verdad que debe brillar cuando se indique quiénes fueron destrozados con la motosierras usadas como arma de aniquilamiento contra supuestos enemigos. No se trata de la verdad que invoque una ley sino de la verdad que invoque la razón, la honesta memoria y el deseo de superar el conflicto de manera definitiva, la reparación integral y garantías de no repetición. En su momento nosotros también cumpliremos nuestro compromiso con la verdad como ya hemos demostrado que somos capaces de hacerlo.

Y se trata también señor Procurador, de la verdad salida del militar o del oficial de policía cuando haga sus relato e indique de quién o cómo recibió la orden; cómo y quienes instruyeron la aniquilación por muerte violenta de miles de militantes de la Unión Patriótica, y de hombres y mujeres asesinados por pensar diferente o por defender el derecho del otro; y cómo sobrevino la política sangrienta y cobarde de los falsos positivos; del funcionario del Estado que miró hacia el otro lado para permitir el acaecimiento del delito; del financista especulador y blanqueador de dinero; la del empresario, ganadero, terrateniente que suplantó al Estado tomando la justicia por su propia mano; la de la dirigencia política nacional y de los partidos que utilizó a los carteles de la droga para financiarse y acceder al poder, o que le dio palmaditas en la espalda al paramilitar para estimularlo y así alcanzar sus dañadas aspiraciones y cometidos.

La Corte que usted cita con tanto entusiasmo, señor Procurador, moralmente ha dejado de existir. El ius puniendi como poder del Estado legítimo tocó el fondo del desprestigio. La hidra de la corrupción se tomó los pasillos del Palacio de Justicia. Suponemos que usted está atento a las noticias. Se ha llegado a afirmar que lo que allí acontece es peor que lo ocurrido el día en que las llamas convirtieron en cenizas a honorables magistrados y a ciudadanos inocentes. Entonces no nos pretenda vender la idea, señor Procurador, de que tenemos que acogernos a un sistema de justicia elaborada por doctrinantes extranjeros que nunca imaginaron que sería acomodada a tijerazos y remiendos en una especie de sastrería jurídica para vestir groseramente procesos políticos de paz; y que, dicho sea de paso, tendría que ser desarrollada aun mediante leyes estatutarias que pasarían al conocimiento de la Corte antes referida. Corte que como ya se advirtió dejó de lado su legitimidad. Nadie es ajeno al hecho de que hoy varios de sus integrantes abandonaron la majestad que debería tener su investidura por preferir las falsas delicias del delito.

“Priorización”, “ponderación”, “selección”, “sistematicidad”, “máximos responsables” y “macro procesos”. ¿Tras sesenta años de conflicto interno inventarse semejante procedimiento para ponerle la mano a unos pocos y encarcelarlos al final de la contienda? Señor Procurador, ¿usted que se dice ser conocedor de la Palabra divina se atreve a “tirar la primera piedra”? “¡Bombas señor Presidente! ¡Bombas!” ha sido su clamor. Usted es una de las partes actuantes del conflicto; hace rato dejó de ser un civil no comprometido, señor Procurador. ¿Cómo es que no se ha dado cuenta?

Indiqué arriba que usted no ha aclarado su papel y el de la institución que pasajeramente preside dentro del contexto descarnado del conflicto que tanto dolor le ha producido a la historia nacional y al pueblo de Colombia en general. Y eso es así. Nunca la Procuraduría, en desarrollo de su supuesta obligación de velar por la defensa de la sociedad, se ha preguntado o ha investigado por qué la fuerza pública jamás enfrentó en el campo de batalla a las fuerzas paramilitares. Esto durante más de treinta años. Se acribillaron civiles inocentes sin que su institución hubiera tomado iniciativas ni medida alguna.

Tampoco se preocupó la institución que hoy usted preside, ni usted mismo, por la suerte de los caídos o asesinados en los campos de Colombia más allá del actuar paramilitar, ni han sido de su interés los protocolos propios del DIH que se deben aplicar de manera imperativa para establecer la identificación de cadáveres para luego regresarlos a sus seres queridos. ¿Cuándo se ha preocupado usted por los derechos de la viuda, del hijo, del hermano o de la madre de un guerrillero? ¿Cuándo se le ha despertado la curiosidad por averiguar por qué solo los hijos de los pobres en una sociedad claramente estratificada son los que se convierten en carne de cañón mientras que sus iguales, los suyos señor Procurador, jamás han sabido portar un fusil? ¿Por qué no defiende a los menos favorecidos? ¿Por qué se prefiere que sea la sangre de estos la que se derrame? Porque si se trata de hacer justicia, defienda usted el principio de igualdad, aún para ser aplicado a su propia persona y a su propia clase.

Señor Procurador: El “ojo por ojo y diente por diente” es una práctica bárbara y un anacronismo perverso en épocas de paz y reconciliación. Usted, señor Procurador, usa un lenguaje de guillotina moral para sentenciar sin primero pensar que detrás de muchos moralistas hay falencias, falta de formación, desconocimiento de la verdad, confusión y mucho de puesta en escena. Lo invitamos a que deponga la falsa armadura con la que ha querido hacer presencia en la vida pública. Mírese primero la viga en el ojo propio. En su momento, de seguro, tendrá que hacer usted presencia en la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la no Repetición. Allá queremos oírlo a fin de que le cuente al país por qué sus silencios en momentos en que debió pronunciarse; por qué permitió el escalamiento de la confrontación armada como solución al conflicto interno; por qué no le tendió la mano al pobre, a la víctima del otro lado, al desprotegido defensor de los derechos humanos; a las víctimas de la política neoliberal, a los millones de seres humanos a los que se les vulneró sus derechos económicos, sociales y culturales, a las familias de decenas de miles de desaparecidos. Hablar desde un púlpito prestado es fácil. Salir al campo para confrontar la verdad, es otro cantar.

No crea que no le agradecemos el envío de su carta. Nos brindó con ella la oportunidad de manifestarle de manera asertiva nuestro pensamiento, criterios y decisiones ya tomadas. Y nos permitió el espacio para convocarlo, como en efecto lo hacemos con estas líneas, a formar un solo cuerpo con quienes sí hemos combatido y sufrido las iniquidades de una guerra desigual sin dar un paso atrás y comprendemos que llegó el momento de pensar en que hay que reconstruir el tejido social haciendo de la dignidad de la persona humana en Colombia el centro de atención colectiva. Pero sin olvidar algo que consideramos de la esencia de la futura paz, pensando en las víctimas, su reparación, el perdón y el nunca más. Se trata de la Asamblea Nacional Constituyente, señor Procurador. No se insista en que se daría con ella un salto al vacío. Todo lo contrario. Dejar la futura suerte en manos de los poderes constituidos como lo pretende el adefesio del Acto Legislativo 01 de 2012 y la sentencia C-579 de 2013, sí es el verdadero salto al vacío. Siempre el poder constituido siguiente al de hoy y mañana se sentirá más audaz, más ingenioso, más justo, más capaz, y terminará destruyendo la obra que se pretende construir de manera concluyente. Procurador: Solo se llega a la construcción del candado definitivo, a la construcción de la norma pétrea garante de la seguridad jurídica futura acudiendo al poder creador; poder que constituye, es decir, poder que erige, forma y construye. A la fuente de toda fuente. De contera se lograría reconstruir desde ese escenario de manera inteligente y democrática el ius puniendi hoy desaparecido; adelantar la revisión del reordenamiento territorial, recomponer los órganos de control, adecuar las normas de participación ciudadana, incluir el Estatuto de la Oposición, definir de una vez por todas la necesidad de diseñar una política criminal estable, revisar tantas instituciones golpeadas por los vicios, los dineros sucios y la corrupción rampante.

Espero no se haya molestado con nuestra opinión y posición ya tomada. Es por lo que hemos luchado: justicia social con igualdad, bienestar para todos, calidad de vida al alcance del pueblo, justicia en la tenencia de la tierra, justicia en los campos y en las zonas urbanas, educación y trabajo digno con remuneración a la altura de las mínimas necesidades.

Si hemos llegado a conquistar un sitio en igualdad de condiciones con nuestros contradictores de siempre en la Mesa de La Habana para revisar las enfermedades de la patria y buscar una paz estable y duradera, señor Procurador, es porque hemos sido rebeldes anhelando lo mejor para el pueblo de Colombia. No vamos a dejar de lado, no vamos a abandonar esta histórica oportunidad.

Con nuestra consideración.

Jefe de la Delegación de Paz de las FARC-EP